METAL MILITIA: METALLICA EN MÉXICO (Concierto del 7 de junio)

Hay conciertos de convocatoria masiva que te dejan la impresión de que va mas de algún despistado, pero hay algunos otros, que parece que son hechos a la medida de una fiel fanaticada. De una legión ansiosa. Este fue sin duda uno de esos.

Desde las 2 de la tarde empezaron a llegar las primeras personas (se dice incluso hay quien durmió ahí, pero eso no lo puedo testificar). Para las 4 de la tarde, el Foro Sol era un hervidero de gente a las afueras, donde la cerveza corría y los tacos de tripa, birria y carnaza hacia su agosto. Donde veías grandes grupos de amigos que solo en este tipo de eventos podrían juntarse, autobuses venidos de todas partes de la República, niños acompañados de sus padres, (incluso vi a la maestra que acompañaba a sus alumnos que venían tambien de fuera), el color negro era el predominante y las sonrisas la constante. Distintas generaciones que en la realidad chocan unas con otras por la forma de pensar, pero que ese día eran unidos por una música que hubieras jurado nunca llevaría a cabo ese fenómeno.
Ya estábamos dentro del Foro Sol. Avenged Sevenfold y Resorte fueron los encargados de calentar los motores (es un decir, la verdad es que le sirvió mas a la gente para tener música de fondo para el momento de tomar cervezas). Cuando los teloneros habian hecho su parte, el espectáculo correría por parte de la gente quien se divirtió de lo lindo en una guerra de cerveza (Si era cerveza? es que para lo caro que estaba.......). En eso estaba todo el barullo, cuando a la hora exacta, ni un minuto mas, ni uno menos (Nunca me habia tocado un concierto con tanta precisión, empezabamos pues, de buena manera) las luces se apagaron y empezaron a sonar los primeros acordes, la fanaticada volteó y no se hizo esperar la euforia, los gritos y la emoción de encontrarse ante una parte de la historia del rock, ante una de las mas brillantes y definitorias.
Al grito de ¡¡¡¡¡¡Este es el verdadero Metallica Putoooooooosss!!!! gritado por algun aferrado a los inicios del grupo, comenzó la cadena de trallazos que fueron haciendo las delicias de todos. Desde el inicio con Creaping death, se vió que Metallica no se guardaría nada, que tiraba a matar y que estaba ahí para complacer a toda una fanaticada ansiosa de poderío. Tomando una canción de cada uno de sus discos, fueron redondeando un concierto que rayaba en la perfección, técnicamente por parte del grupo, y en entrega por parte del público. Y con todo, los momentos de auténtico éxtasis: The day that never comes, canción que reencontraría al Metallica actual con sus origenes, One, con su inicio que simulaba una guerra con humo, fuego, el sonido de los helicopteros, esa inolvidable introducción y su solo para la historia. Después, la locura: Master of puppets, que pone a temblar a media biosfera nadamás escupen los altavoces. Nothing Else Matters y Enter Sandman (esa canción que comparte méritos con Losing my religion y Smells like teen spirit como himno de una generación) , encadenadas en lo que a mi gusto puede ser el pináculo del concierto, lucieron tan nítidas, compactas y duramente rockeras como pocas cosas en la vida. Una tras otra, y tras otra, hasta cerrar con broche de oro con Seek and destroy.
Para ese entonces, Metallica me había hecho olvidar que Ride the lightning (mi disco favorito de la agrupación) no fue tan interpretado como el día anterior o que dejaron de tocar algunas otras canciones que son clásicas. Pero ante tal entrega y poderío, no hay reproches. Al final, el grupo agradecería el recibimiento con una gran sonrisa y unas palabras torpemente dichas en español (incluso del que supuestamente es el que tenía que hablarlo mas claro, Trujillo, lo que lo volvió un momento chusco).
Emotivo, espectacular, inolvidable. Gracias Metallica.