lunes, 19 de abril de 2010

La sinfonía de la destrucción de Megadeth



Dave Mustaine es una bestia. En serio. Si hay un nombre, que por sí solo sentaría las bases de como se debe hacer el thrash metal, ese es él. Y esto quedó por demás confirmado en la lluviosa noche del 17 de abril en el domo del palacio de los deportes.

Con un poco de miedo de como sonaría en el recinto (su mala fama tiene por la acústica), Mustaine y compañía no solo sortearon que en una mala jugada sonaran peor que el mazacote que suele vomitar Zoé, sino que impusieron su ley de quién es quién en el género. Y que me perdone Metallica, a quienes les suelo rendir un gran culto, pero lo que hace Megadeth en el escenario hace ver a los cuatro jinetes del apocalipsis como una bandita de boy scouts haciendose los duros.


El concierto se centró en la celebración del 20 aniversario de Rust in peace, uno de esos titánicos logros que ha procreado el grupo a través de su historia. Esto, aderezado con otros devastadores temas de diversos discos (del último disco End Game, contra lo que se pudiera pensar, tan solo tocararon dos temas, el sacudidor Head crusher y el muy buen The rigth to go insane).


Toneladas y toneladas de riffs, ráfagas de batería, virtuosos solos y profundos bajeos hicieron dinamitar y cimbrar cada punto del domo de cobre. Un concierto tan apabullante, que el único punto en contra se puede revelar en la duración del mismo, que a mi gusto resultó un tanto corto, cuando tenían a toda la asistencia en el patíbulo para acribillarlos con algunos otros temas emblemáticos (Faltaron por ahi un Kill the king, o un Angry again). Tal vez la idea era esa, dejar con vida a los asistentes para que propagaramos que Megadeth es hoy por hoy, quien dicta los cánones de por donde va el thrash metal. Devastador.