domingo, 13 de septiembre de 2009

Humbug de los Arctic Monkeys: La madurez de un grupo extraordinario


Que quede claro. Arctic Monkeys no son ya ese frenético y explosivo grupo que de igual manera su música irrumpió en la escena músical via internet. No, ahora, aminoraron esa extenuante marcha para buscar otros recovecos estilísticos y melódicos. Llevados de la mano de ese musicazo que es Josh Homme, los Monos del ártico sacaron, lo dicho, un disco menos rápido y explosivo, pero que termina siendo un disco ciertamente potente, pero trabajado de otra forma mas sólida, pues cuenta con mayor sustancia, mayor cuerpo y que resulta más variopinto y emocionante, más oscuro y tangible. Una obra redonda que tal vez aleje a viejos fans, pero que poco importa cuando hay un crecimiento enorme como músicos y compositores. Han pasado de ser un buen grupo a ser un gran grupo.
Pasando al disco propiamente, es curioso como por momentos aflora su herencia inglesa, sobretodo en temas como las bellísimas Secret Door o Cornerstore, con sus guiños de ojo a lo Morrissey. En otros momentos, explotan con un sonido mas estadounidense, mas sucio y guitarrero, con riff mas marcados, como My Propeller, o la poderosisíma Dangerous Animals que en algo recuerdan a sus admirados Queens of the stone age.
Al final del disco predominan más los medios tiempos y baladas pero llevadas a terrenos épicos. Esta tendencia solo es rota por Pretty Visitors que puede ser la que mas engancha con su sonido anterior, pero que no desentona con este en lo absoluto.
Para puntializar, los Arctic Monkeys le han dado la vuelta de tuerca a una carrera que de por si ya era notable, y la han vuelto sobresaliente; han hecho pues, la diferencia que los lleva muchos pasos por delante de otras agrupaciones indie con las que se les relacionó.
Discazo.

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