martes, 24 de agosto de 2010

Melvins - The Bride Screamed Murder


Si de grupos de culto se trata, Melvins no tiene parangón. Estilos musicales vienen y van, y estos veteranos músicos han sobrevivido como las cucarachas a la radioactividad, pues ahí siguen, tan campantes, y contra todo pronóstico, cada entrega suya es recibida con beneplácito por su horda de seguidores (y alguno que otro despistado que se acerque sin miedo a su música) y mejor aun, sin apoyo de los medios. Porque a estas alturas, parece que Melvins es un grupo para fanáticos acérrimos, pero bien vale decir, que esto sería minimizar la calidad de su grata obra.


Uno puede escuchar un álbum de Melvins a la primera y decir es un buen disco del grupo y ya. Pero ¡Oh sorpresa!, estos asesinos no son un grupo para masticarse a la primera, porque lo que menos parecen querer es quedar bien con nadie ni ser complacientes, aun ni con su propia madre. Porque nadie (escúchenme, nadie) maneja esas densidades sonoras tan bien asimiladas de Black Sabbath y darle un toque punk, distorsionado y salvaje aprendido de Black Flag, sin dejar de lado la experimentación, humor y descaro que siempre los ha caracterizado.


Porque esto y más resulta The Bride Screamed Murder (que buen nombre): un arsenal de riff lodosos, pesados como una loza en tu cabeza, con inquietantes atmósferas que se regodean entre tanta distorsión y retorcidas e intrincadas melodías. Por otro lado, la doble batería se ha vuelto ya marca de la casa, una maquinaría perfecta e incesante. En algunos momentos las marcianadas dan la nota como en esa extraña P.Gx3 donde bien cabe un intro muy a lo Enio Morricone, cantos gregorianos, guitarras sostenidas, voces de niños y cavernosos descenlaces. Mención aparte merece el cover a My Generation de The Who, donde la machacan para volverla una grosera, funesta y serpenteante y densa versión. ¿Mis favoritas? la compacta y poderosa Pig House, la espectacular Electric Flower (que buen bajo) y la thrashera y centelleante Inhumanity and Death.

Esto, señores, no es un disco, es un cañonazo para remover la cerilla de los oidos. Benditos Melvins. Solo mi eterna pregunta: ¿¿¿para cuando en tierras mexicanas????



lunes, 16 de agosto de 2010

The coral - Butterfly House

The coral es de esos casos de un grupo estupendo y entrañable que sin embargo, no cuenta con el espaldarazo de las masas. Posiblemente porque no les encanta salir en la foto ni les gusta dar la nota. Simplemente se dedican a lo que mejor saben hacer, que es crear música, y lo cual, en estos tiempos actuales de sobreexposición y ruido mediático, parece que no es suficiente.

Pero pasemos a los hechos, The Coral es probablemente el grupo mas fino que te puedes topar hoy día en las islas británicas. Con su exquisito gusto por la melodía, han cimentado una carrera que no busca romper moldes, sino crear dentro del concepto tradicional de la canción, (sus composiciones bordean los tres minutos de duración) las joyas mas pulidas del brit pop actual (y cuando hablamos de los mayores hacedores del rock más fino en la historia, los ingleses, pueden imaginarse la calidad con la que cuenta el grupo). No por nada es producido por el legendario John Leckie, el capitán al mando de discos tan emblemáticos como The Bends (Radiohead), Stone Roses (Stone Roses), All things must pass (George Harrison) o K (Kula Shaker).


Su rock retro setentero de raíz folk y psicodélico se sigue haciendo presente en esta su nueva producción con canciones tan estupendas como More than a Lover, la bella Walking in the winter, la deliciosamente guitarrera Two Faces, la fantástica Coney Island o la rompedora North parade. Pero vamos, todo el disco en sí es estupendo, incluyendo la edición especial, con cinco canciones extra. Poca justicia le haría en quedarme con unas cuantas solamente.

Si buscas un disco delicioso y fino, perfecto para acompañar un atardecer en una casa en el bosque, que sea redondo de principio a fin, no dejes pasar esta obra, podría causarte cierta y genuina adicción.


martes, 10 de agosto de 2010

Flying Lotus – Cosmogramma

Hay dinastias que por sí solas, se respetan. Steven Ellison pertenece ni mas ni menos, a la de los Coltrane, jazzistas piedra de toque dentro del género. ¿Y bien? ¿qué podría aportar el joven músico en estos tiempos? pues sencillamente, tomar un poco de su herencia jazzística, otra porción de su formación hip hopera y otro tanto de su bagaje electrónico, entre otras muchas influencias de las cuales se ha visto empapado, para así crear un híbrido realmente interesante, experimental y vanguardista. Una especie de free jazz espacial y de atmósferas alucinógenas.

Las bases son puramente electrónicas, pero el viaje admite infinidad de instrumentos que lo enriquecen y subliman, desde un impresionante bajo que por momentos recuerda a Jaco Pastorius (cortesía del ex-Suicidal Tendencies, Stephen “Thundercat” Bruner) hasta la celestial arpa de Rebeca Raff, pasando por un poco de ilustre ayuda familiar, el saxo tenor de su primo, Ravi Coltrane. Todo esto crea una música abstracta y enganchadora, fuera de convenciones de género, de ritmos entrecortados, de múltiples cambios que se van esfumando entre sí y que se hacen cortos pero demoledores. Un disco sin desperdicio alguno y con momentos realmente mágicos, como en la excelsa …And the World Laughs with You con la voz de Thom Yorke, que toma parte de la canción como un instrumento más, sin pretensiones de protagonismo alguno. Do the astral planet es puro regocijo dubstep, (escena con la cual se le ha relacionado al músico mayormente), la bella Table Tenis (con todo y sampleo a un juego de ping pong) con otro lujo de voz, la de Laura Darlington y así canción por canción, detalle a detalle.

Con este disco, Flying Lotus se ha vuelto un clásico instantaneo. Me atrevo a decir que se ha sacado de la manga un disco tan impresionante como en su tiempo saco Dj Shadow con Endtroducing..... hay quien le ha dado por llamarlo el Jimi Hendrix de su generación. ¿Exagerado? El tiempo lo dirá, lo que sí, es que escucharlo es un deleite. De lo mejor del año.